NESTOR O. MORRIS * Poemas 2006

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FRUTILLAS AMARILLAS
 
Ella pinta frutillas amarillas
y cree en las sonrisas que le ofrecen
sin sospechar que el mundo no es tan simple.
 
Conmueve mantenerle la mirada
que puebla con preguntas y ternura;
es asomarse a un cielo sin barandas
y ver que hay maravillas todavía.
 
Ella vuela mil sueños junto a un angel
aferrada al cordel de las hamacas;
mariposa de todos los canteros,
alquimista triunfal de las sonrisas.
 
Ella encontró la llave imaginaria
para encender mis luces más ocultas
y me lleva a pasear por los momentos
de un tiempo que pasó sin darme cuenta.
 
 
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UNO CON EL TIEMPO
 
Uno con el tiempo cambia de algún modo
puesto que los días no pasan en vano
y si bien no hay forma de saberlo todo
vamos comprendiendo lo vil y lo sano.
 
Uno con el tiempo cuida su talante
dándole respiros a cada palabra,
comprende que es cauto ser más tolerante;
sabe que hay esfuerzos más que abracadabras.
 
Uno con el tiempo -sin perder la esencia-
puede olvidar actos que hirieron el alma;
disipar rencores, dejar la conciencia
libre de recuerdos que turben la calma.
 
Uno con el tiempo de pronto se muere
y el ayer se vuelve simplemente historia
que de vez en cuando alguno refiere
por cualquier motivo, haciendo memoria.

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FIGURITAS REPETIDAS
 
Corre Mayo. Despegué la sexta hoja
del año dos mil seis. El calendario
transcurre más aprisa (se me antoja)
de lo que pretendió mi itinerario.
 
Sin importar el tema que uno escoja
surge invariablemente el comentario
del tiempo ya pasado y la congoja
por ver como se acerca el corolario.
 
Es tema ineludible en un velorio
proponerse vivir de mejor modo
dándole su lugar a lo que vale.
 
Saludados los deudos, uno sale
se olvida sin más trámite de todo
y vuelve a ejercitar su repertorio.

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MESA DE SALDOS
 
Me duele en lo profundo
verlos allí esperando.
Ansían la tibieza de unas manos
la mirada que abraza
y un corazón sediento de palabras.
 
Es un mercado persa de sentires.
Parecen refugiados de algún drama
en cierta oferta ecléctica,
donde juegan Platón
y el Hombre Araña.
 
No imaginó la idea
ni la pluma
ni el impulso motor,
la pena de sentir
que vale por el peso del papel
aquello que gestaron.
 
Al llegar las y tantas
el librero -apurado-
bajará las persianas
apagará la luz
y quedarán de nuevo
en una soledad que ya conocen,
llorando su silencio
de oraciones sin eco.

POEMAS 2006