ABSURDO
Tiempo atrás hemos sido
cada verso de amor que se haya escrito.
El Paraíso estaba
presente en todo acto. Las mañanas
siempre tenían un sol dando señales.
De modo que
no había
ni sombras con su ahogo
ni pantanos tragándose los sueños.
Muchos querían leerse en nuestros ojos
descifrar el camino.
Entender
al menos cierta parte del misterio.
Ningún puente era ajeno
para acortar
distancias y olvidarlas.
Por eso esta intemperie resulta tan aciaga
la piedad de la lluvia
no apacigua el
infierno que consume los párpados.
No hay alba, ni luceros
ni suspiros durmiendo.
Tu nombre
es un consuelo
que no tengo.
OTRA HISTORIA
Tres panaderos en el aire juegan
cierta danza sin música, que
el tenue
corretear de una brisa ha creado.
Hoy el calor agobia
el aire se ha marchado sin aviso
ha de
costar dormir
y sin embargo,
siempre aparece un paisaje fresco.
Que lo sepamos ver
es otra historia.
(En ciertas regiones
de la Argentina, se conocen como "panaderos" a los plumerillos que llevan la semilla del cardo)
LA DAMA DEL CUADERNO
Por los rasgos que asoman
detrás del abandono acumulado
puede verse que ha sido
una bella mujer,
tal vez muy bella.
Ojos verdes que hoy llevan
la mirada perdida en algún tiempo
y una melena negra,
que si luciera limpia
sería causa de envidias escondidas.
Acostumbra sentarse
en uno de los bancos alejados
de la estación de Munro, con un libro
y un cuaderno que fuera
escuela de otras manos más pequeñas.
Habla sin estridencias
diciendo inentendibles comentarios.
Cada tanto sonríe
como si alguien
-imaginario ser-
estuviera con ella, comprendiéndola.
Habituada a las chanzas y atropellos
recela si se acercan
o le hablan.
Es normal que se enfade
recoja sus miserias
y se marche -sin más- hacia otra parte.
Estoy considerando
alguna tarde de estas, si la encuentro
el sentarme a su lado
y sin mirarla
recitar unos versos que recuerde.
Aguardar cierto tiempo,
levantarme y marchar
con los pasos tranquilos
(como el alma)
Seguramente
habrá de aparecer alguien que diga:
_a la loca del banco,
por si una fuera poco,
le apareció un rival...
¡Dios nos bendiga!