LLEGANDO A CASA
La noche su partida ya consuma
con duendes correteando en la neblina,
un paso más allá todo se esfuma
igual que cierta estrella clandestina.
Elijo la vereda que perfuma
-tentada por la brisa- una glicina,
el eco de otros pasos se me suma
y un perro ladra en pos de su rutina.
Mi casa es un abrazo que me espera
con el mudo decir de su tibieza,
ajena a nieblas, duendes y glicinas.
Allí va mi penúltima flaqueza,
las fotos de mis risas, mis espinas
y el obstinado andar de una quimera.
24 DE MARZO
Ha sido tanto el tiempo que ha pasado
que puede uno caer en el olvido
error fundamental, inmerecido
para quienes no están ya a nuestro lado.
La huella del horror dejó un recado
que debe ser por todos recibido,
treinta años de un espanto no vencido;
Dios puede que los haya perdonado.
Hoy es claro deber estar alertas
saber que Nunca Más no es sólo un libro,
que a la pasividad sigue el peligro.
No atizar el rencor, tener despiertas
la solidaridad y la cordura,
hacer irrepetible esta locura.